Y para llegar a nuestro punto final desde Karaganda recorrimos aproximadamente 1000 Km en 20 horas de tren. El país es enorme. De hecho, Almaty está tan lejos de otras partes de Kazajistán como de India o Buthan. Al llegar a Almaty estábamos más cerca de China, Pakistán o Afganistán que de nuestra anterior parada, Astana.
Este fue, sin embargo, uno de los mejores trayectos. Se estableció entre los pasajeros del vagón, incluso de otros vagones, un vínculo muy especial y aun sin hablar el idioma nos comunicábamos a la perfección. Los niños, como podéis comprobar, fueron lo mejor. La abuela tenía que venir a sacarlos de nuestro compartimento. Todo empezó porque una de las niñas pasaba por delante del compartimento y nos saludaba. Después de 3 o 4 veces, el saludo vino acompañado de una galleta y un bombón, con un gesto de que era para los tres (en ese momento Ángel, Cadu y Cris), que compartiéramos. ¿Hay algo más valioso en un tren de 20h que comida? No, no lo hay, ya os lo decimos. Más tarde, cuando le habíamos regalado un llavero de BCN, volvió con su abuela para agradecérnoslo. Cris le dijo a la niña que llevaba una diadema muy bonita e inmediatamente, como un acto reflejo, se la quitó para regalársela. Hubo intentos de no aceptarla pero después de ver la cara de incredulidad de la babushka (abuela) por rechazar un regalo de una niña, no hubo más remedio que aceptarlo, y ahí está en la foto en la cabeza de Cris.
En una de las paradas cerca del lago Balkhash, donde pasamos al atardecer, vendían unos peces enormes secados coldando de unos ganchos. La gente los revisaba y elegía el mejor, luego se lo ponían en una bolsa de plástico y para el tren, a cenar. Sólo había un pequeño problema: olía fatal. Bueno, de hecho, hubo otro problema: después de comérselo (con las manos, por supuesto), a los niños les dio por venir a nuestro compartimento, tocarlo todo, abrazarnos y hacernos cosquillas... Jeje. Suerte que nuestra vecina de compartimento venía preparada y lo limpió todo :)
Ah! Casi se nos olvida. El primer vagón de este tren era un vagón-prisión, con rejas y todo. Al subir, sus pasajeros sacaban las manos por la ventana y nos miraban de una forma... Por supuesto fue motivo de bromas todo el camino.
Este fue, sin embargo, uno de los mejores trayectos. Se estableció entre los pasajeros del vagón, incluso de otros vagones, un vínculo muy especial y aun sin hablar el idioma nos comunicábamos a la perfección. Los niños, como podéis comprobar, fueron lo mejor. La abuela tenía que venir a sacarlos de nuestro compartimento. Todo empezó porque una de las niñas pasaba por delante del compartimento y nos saludaba. Después de 3 o 4 veces, el saludo vino acompañado de una galleta y un bombón, con un gesto de que era para los tres (en ese momento Ángel, Cadu y Cris), que compartiéramos. ¿Hay algo más valioso en un tren de 20h que comida? No, no lo hay, ya os lo decimos. Más tarde, cuando le habíamos regalado un llavero de BCN, volvió con su abuela para agradecérnoslo. Cris le dijo a la niña que llevaba una diadema muy bonita e inmediatamente, como un acto reflejo, se la quitó para regalársela. Hubo intentos de no aceptarla pero después de ver la cara de incredulidad de la babushka (abuela) por rechazar un regalo de una niña, no hubo más remedio que aceptarlo, y ahí está en la foto en la cabeza de Cris.
En una de las paradas cerca del lago Balkhash, donde pasamos al atardecer, vendían unos peces enormes secados coldando de unos ganchos. La gente los revisaba y elegía el mejor, luego se lo ponían en una bolsa de plástico y para el tren, a cenar. Sólo había un pequeño problema: olía fatal. Bueno, de hecho, hubo otro problema: después de comérselo (con las manos, por supuesto), a los niños les dio por venir a nuestro compartimento, tocarlo todo, abrazarnos y hacernos cosquillas... Jeje. Suerte que nuestra vecina de compartimento venía preparada y lo limpió todo :)
Ah! Casi se nos olvida. El primer vagón de este tren era un vagón-prisión, con rejas y todo. Al subir, sus pasajeros sacaban las manos por la ventana y nos miraban de una forma... Por supuesto fue motivo de bromas todo el camino.
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