Pero si hay algo que verdaderamente puede hacerte cambiar la impresión sobre un lugar y hacer que te lleves una imagen horrible o, por el contrario, un magnífico recuerdo, es la gente. Los rumanos han hecho que nuestra impresión sobre su país sea inmejorable. Como latinos que son, son abiertos, simpàticos, risueños, espontáneos, alegres, atentos y dispuestos siempre a echarte una mano. Además, tienen los mismos rasgos físicos que los españoles e italianos, así que en ningún momento destacábamos por ser turistas, lo que nos dio seguridad y libertad.
En la foto estamos con Tudor (que ya ha aparecido en alguna foto) y Elena. A ambos los conocimos en una fiesta en casa de nuestra anfitriona de Couch Surfing y ambos se ofrecieron a enseñarnos la ciudad. Después del viaje de dos días a Transylvania, cuando volvimos a Bucarest, insistieron nuevamente y nos llevaron a pasear, Elena con el coche como si de un bus turístico se tratara (pero mucho mejor, claro) y Tudor, que simplemente decidió que el martes por la mañana no iría a trabajar para enseñarnos más secretos de su ciudad... Y luego dicen que la gente rumana no es tan simpática, que simplemente hemos tenido suerte. Perdonad que os diga, ¡pero no me lo creo!
En la foto estamos comiendo un plato típico rumano (polenta, sarmale...), por cierto, delicioso.
2 comentários:
Me alegro mucho de que tengais tan buena impresion de nuestro pais. Muchas gracias por decirle al mundo que Rumania no es como se la imaginan muchos. Un fuerte abrazo desde Rumania.
Los que no se la imaginen así es que no la conocen; simplemente no se puede tener otra opinión :)
Saludos desde Barcelona
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