Braşov (pronunciado "Brashof"), fue nuestra primera parada en Transylvania. Por suerte, una vez más, encontramos por casualidad a una chica, Mariana (la de las fotos) que acabo siendo nuestra guía, la que nos encontró un hotel para dormir, nuestra compañera de cena e incluso nos enseñó el campus de su universidad. Demasiadas casualidades por ser solo "suerte" lo que tuvimos con los rumanos, ¿no?
Braşov es una ciudad preciosa, una montaña resort, destino de ensueño para los esquiadores y para cualquiera. Sus calles limpias, tranquilas y bien conservadas dejan ver que ni los estragos de la guerra ni los de la remodelación del comunismo afectaron el encanto de la ciudad. Lo que parece un castillo no es sino otra iglesia ortodoxa: St. Nicolae.
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