Mezquita turca

Hoy hemos visitado una de las tres mezquitas de Berlín: la turca. Es un edificio financiado por el gobierno turco y, como si de una embajada se tratara, es oficialmente territorio turco. Ha sido muy especial. Primero hemos visitado la parte de arriba porque hemos preguntado y nos han dicho que no había ningún problema (en Marruecos, por ejemplo, no se puede visitar, es sólo para rezar). Cuando ya salíamos del patio un hombre nos ha dicho que si teníamos preguntas y nos ha dicho que volviéramos a entrar para visitar la parte de abajo. Hemos estado también en la sala de abajo, no tan bonita pero igual de acogedora y al salir otro hombre nos ha dicho que por qué no visitábamos la parte de arriba... Todo el mundo parecía querer mostrárnosla y resolver cualquier duda.

La sensación ha sido muy curiosa. Uno, cuando entra en una iglesia católica se siente pequeño. El cristianismo tiene la tendencia de hacerlo todo grandioso: techos altísimos, cúpulas aún mayores, absis gigantes con el crucifijo bien alto y lejos del feligrés, para marcar así la distancia que separa a éste de Dios. La sensación en una mezquita, en cambio, es muy diferente: es un lugar en el que uno debe sentirse como en casa. Para empezar hay que quitarse los zapatos. Dentro hay alfombras preciosas, limpias y con calefacción para que uno se sienta bien agusto. No hay bancos, uno se sienta en el suelo pero si quiere puede coger una silla. En fin, parece que lo importante es que uno se sienta como en casa y que pueda experimentar la religión como algo cercano. Muy interesante...